José Luis nació en la mismísima calle Pelay Correa, Triana pura del saber flamenco, donde también naciera «El Pernales», y vive «El Maroto», buenos cantaores donde los haya, aunque pocos los conozcan porque no se dedicaron al cante de forma profesional, igual que nuestro insigne colaborador. Y es que este cantaor tiene el íntimo convencimiento de que el dinero puede corromper el arte nacido entre fraguas, duquelas y poderosos sentimientos. Por eso para él, el máximo exponente del cantaor puro fué Tomas Pavón, que jamás puso precio a su arte.
El vio bañarse muchas veces a los duendes del arte en el pilón del «Corral Pistola», donde pasó su infancia, y también lo vio brindar y aliarse con Baco en «El Morapio», en el «Bar Bistec» o en la bodega aledaña, existente ya en el siglo de oro.
Esos templos del cante que eran las tabernas antes de que apareciera el maldito letrerito que tanto daño hizo a nuestro arte universal, fueron su primera escuela flamenca. Ese es el venero que le contagió el salero, y el arte. En aquella universidad pasó interminables horas escuchando ávidamente a Juan Talega, Antonio Mairena, Pepe el de la Matrona, Manolo Oliver, Márquez el zapatero y otros muchos de aquella Triana Pura, incluido su tío José Moreno «El Herejía».