Antonio Ramírez, nacido en Sevilla, comienza a tocar siendo un niño. Desde muy joven estuvo al frente del Coro rociero del Alero, de Sevilla, y lleva en sus dedos esa delicadeza especial que el Aljarafe sabe imprimir en los que desde su cornisa divisan esa Sevilla embrujada que se cubre de oro cada mañana para hacerles un regalo a la vista y al corazón que por ella suspira. Después de una larga temporada en Cataluña, donde algo más alejado de sus raíces flamencas se desarrolla un paréntesis de menor actividad artística, recala nuevamente junto al Guadalquivir para impregnar de nuevo el aire con sus esencias flamencas.
Colaboró con Itimad en el acto de Clausura del VI Certamen Rumayquiya, en homenaje a José Sabin Clavellino.