Charo, nacida en Sabadell -según dice ella «por accidente», de padres andaluces, lleva en la sangre el Flamenco. Su padre -cantaor también- siembra sus venas de sentimiento y pone su corazón la semilla de este difícil arte. A los 11 años vuelven a su Andalucía y desde entonces, vive en Mairena del Aljarafe, donde sigue residiendo. Allí comienza a frecuentar la Peña Flamenca y a interesarse más y más por el cante, absorbiendo como una esponja los distintos estilos y formas de interpretarlos.
Posteriormente pasa por la Fundación Cristina Heren -la Universidad del flamenco- donde de la mano de José el de la Tomasa, Paco Taranto y el resto de cantaores que ejercen en ella, termina de pulir su estilo, encontrando una nueva dimensión de su arte.
Su melodiosa voz, su dominio de los cambios y su profundo sentido estético, así como su seria serenidad al interpretar los diferentes palos, la hacen distinta y nueva cada vez que interpreta.
Aunque domina todos los palos, es en los dificilísimos y al mismo tiempo dulces cantes de ida y vuelta donde muestra toda la melosidad de su voz y el prodigio de su garganta.
Ha actuado en los más diversos escenarios, medios audiovisuales y peñas flamencas. Su generosidad ha prestado voz al cante para las más diversas causas benéficas, y actualmente podemos disfrutar de su arte cada fin de semana en el Hotel Macarena de Sevilla.